Cuando tenía unos 6 o 7 años, recuerdo que estaba con mi abuela en una concurrida galería de la ciudad. El objetivo de tan alegre paseo era comprarme zapatos para el colegio. Al girar en uno de los pasillos, que hasta hoy recuerdo perfectamente, nos encontramos de frente con una señora muy rubia y con globos a su alrededor: Rosa González, la mítica Rosa de Aric, en ese entonces "única candidata independiente", según sus propias y muy aceleradas palabras, pese a que la rodeaban globos azules y amarillos, colores inconfundibles de la derecha de mi país.
Todo pasó muy rápido: mientras yo miraba las coloridas guirnaldas del color de la UDI, Rosa González me tomó de un brazo, y con una sonrisa radiante le dijo a la madre de mi madre "Señora, yo le compro los zapatos a la niña, no se preocupe", sin dejar de apretarme.
Y mi abuela, comunista acérrima hasta el día de hoy, dijo palabras que siguen calando en mi corazón.
Todo pasó muy rápido: mientras yo miraba las coloridas guirnaldas del color de la UDI, Rosa González me tomó de un brazo, y con una sonrisa radiante le dijo a la madre de mi madre "Señora, yo le compro los zapatos a la niña, no se preocupe", sin dejar de apretarme.
Y mi abuela, comunista acérrima hasta el día de hoy, dijo palabras que siguen calando en mi corazón.
-"SUELTE A MI NIETA, VIEJA LOCA"
Vociferó mi dulce abuelita, mientras con una fuerza descomunal me apartaba de las garras de la candidata que osó insinuar que con un par de zapatos podía comprar su voto.
Y mientras continuamos nuestro camino por las libres alamedas de la galería, la oí murmurar "Zapatos, la vieja loca... si yo puedo comprar todos los zapatos que quiera...vieja loca".
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